Utilizando reforzamiento positivo para promover el buen comportamiento mayo 17, 2024 – Publicado en: Uncategorized
¿Alguna vez te has enfrentado al desafío de mantener el orden y fomentar el buen comportamiento en tu salón? ¡No estás sola! El manejo del aula es uno de los retos reportados con mayor frecuencia por los docentes de inicial (Gunaretnam, 2021). Todas hemos conocido a un niño o niña al que le cuesta mantenerse en su sitio, compartir materiales, respetar los turnos o que tiene otras conductas disruptivas. En este artículo, vamos a explorar una de las estrategias más efectivas para abordar este desafío: el reforzamiento positivo (Gunaretnam, 2021).
El reforzamiento positivo consiste en reconocer positivamente el buen comportamiento del niño o niña, mientras que se intenta ignorar sus comportamientos desafiantes (Sigler & Aamidor, 2005). Entre sus beneficios, esta estrategia:
✔ Ayuda a los niños y niñas a identificar qué conductas son adecuadas, y cuáles no.
✔ Motiva a los niños y niñas a actuar en base a las expectativas de comportamiento.
✔ Aumenta el tiempo destinado al aprendizaje. ¡Solo pensemos cuántos minutos valiosos de la sesión se utilizan redireccionando comportamientos disruptivos!
Veamos algunas estrategias para aplicarlo en el aula:
1. El reconocimiento del buen comportamiento empieza con brindar expectativas claras de conducta.
Para poder reforzar el buen comportamiento, es necesario comunicar de manera clara y específica las expectativas de comportamiento.
Por ejemplo, antes de iniciar un taller, podríamos indicar: “Le voy a entregar a cada mesa una caja con plumones que deberán compartir con todo el grupo. Recuerden cerrarlos con la tapa para evitar que se sequen”. Esta instrucción detallada ayuda a que los niños y niñas comprendan lo que se espera de ellos y puedan ajustar su comportamiento según dicha expectativa (Sigler & Aamidor, 2005).
2. Permanece firme ante la “ráfaga de extinción”.
La “ráfaga de extinción” se refiere al aumento en la intensidad de un comportamiento cuando se intenta frenarlo.
Por ejemplo, es posible que un niño llore aún más fuerte o tire algún objeto cuando se le comunica que la hora del juego terminó. Ante esta situación, será necesario mantenerse firme en la expectativa de comportamiento establecida y, cuando el niño logre cambiar de actividad, reforzar su conducta mediante frases como “José, te agradezco mucho por guardar el rompecabezas. Sé que querías seguir jugando” (Sigler & Aamidor, 2005).
3. Reconoce de manera verbal y específica cuando los niños y niñas muestren una conducta esperada.
La narración positiva de la conducta permite que los niños y niñas identifiquen qué comportamiento se está reconociendo (Pushparatnam et al., 2021). Mientras más específico sea el comentario, más información recibirá el niño o niña sobre la conducta que se está elogiando.
Por ejemplo, no es lo mismo comentar “me encanta cómo está trabajando ese grupo” a “me encanta que este grupo ya terminó con su trabajo y está guardando todos los materiales en sus respectivos lugares”. Es importante considerar que los niños y niñas pueden identificar cuando un elogio no es sincero, como al decirle “bien hecho” a un niño que sabe que no está cumpliendo los acuerdos; por lo que estos comentarios no promoverán el buen comportamiento.
4. Identifica otros métodos para reforzar la conducta de tus niños que sean fácilmente aplicables en el aula.
Además del elogio, hay otras formas de reforzar la conducta, como sonreír, jugar o involucrarse en la actividad que el niño está haciendo, dándole atención, abrazos, entre otros (Sigler & Aamidor, 2005). Prueba diferentes métodos y combinaciones de reforzamientos hasta encontrar cuál funciona mejor con la dinámica de tu aula y con la actividad específica que estén realizando.
5. Detén las conductas de riesgo evitando dar atención innecesaria.
Un aspecto clave del reforzamiento positivo es ignorar las conductas disruptivas, ya que algunas de estas tienen como objetivo conseguir la atención de la docente. Sin embargo, ante situaciones como un niño golpeando a otro o jugando con un objeto punzocortante, primero debemos frenar la conducta de riesgo (Sigler & Aamidor, 2005). Para abordar estas conductas sin otorgar atención adicional, es importante establecer claramente la expectativa de comportamiento, cambiar el enfoque del niño o niña hacia una actividad nueva y luego reconocer positivamente esta conducta.
Por ejemplo, si una niña está subiéndose a los estantes, podríamos indicar “Claudia, baja con cuidado, te puedes hacer daño” y ofrecerle una actividad tranquila como jugar con plastilinas. Cuando esté enganchado en esta nueva actividad, reforzamos esta conducta demostrando interés en su trabajo con preguntas (“Cuéntame qué estás haciendo”) o elogios (“Wow, me encanta tu osito”).
¡Repasemos lo aprendido con un caso práctico!
Veamos la siguiente situación:
En un aula de 4 años, la docente María dice una pregunta para todos los niños y les pide que levanten la mano antes de participar. La docente le da la palabra a Natalia porque está cumpliendo el acuerdo. Sin embargo, escucha que Pedro está gritando su respuesta, interrumpiendo a su compañera. La docente le pide a Natalia que espere un rato y le pide a Pedro que comparta su intervención. Pedro participa y se mantiene callado el resto de la asamblea. Al día siguiente, se repite una situación similar: Pedro vuelve a interrumpir a sus compañeros cuando desea intervenir. Para poder seguir con la asamblea, María le cede la palabra a Pedro cada vez que esto ocurre. Esta dinámica se repite diariamente y, a las dos semanas, nota que ya no solo es Pedro quien grita su respuesta a pesar de que otros compañeros estén interviniendo, sino que otros niños han empezado a imitar este comportamiento, incluso los que antes respetaban el acuerdo.
¿Por qué pasó esto?
Si bien María logró que la conducta indeseada se detuviera en el corto plazo, tanto Pedro como los otros niños y niñas del aula han aprendido que, hablando o gritando por encima de los demás, logran que la docente les dé la palabra primero. En otras palabras, María reforzó la conducta indeseada “premiando” a los niños que no levantaban la mano.
¿Qué pudo hacer María?
Para continuar con la asamblea, la docente pudo reiterar el acuerdo (“para participar, debemos levantar la mano y esperar nuestro turno”) y cambiar su atención nuevamente a la participación de Natalia, incluso si Pedro grita su respuesta aún más fuerte. Luego, cuando Pedro cumpla el acuerdo, reconocer la conducta (“gracias, Pedro por levantar la mano. Cuéntanos, ¿qué opinas?”). Esto permitirá que, gradualmente, él logre interiorizar la importancia de levantar la mano y esperar su turno para participar.
¡Recuerda que está en tu manos lograr que tus niños cumplan los acuerdos del salón y generar un ambiente cálido y seguro que promueva el aprendizaje!
Si deseas conocer otras estrategias para mantener un clima positivo en el aula, te invitamos a leer nuestra entrada anterior (enlace aquí 🔗). También, te invitamos a comentarnos cómo aplicarás el reforzamiento positivo en tu salón. ¡Nos encantará leerte!
Referencias
Gunaretnam, V. (2021). A Study on Increasing Positive Behaviors Using Positive Reinforcement Techniques. International Journal of Research and Innovation in Social Science, 5(7), 22.
Pushparatnam, A., Ding, E., Lee, K., Rolla, A., & Wilinski, B. (2021). Effective Teaching Practices in Early Childhood Education (ECE). The evidence base for the TEACH ECE Classroom observation tool. https://thedocs.worldbank.org/en/doc/75bdb5f2c03f19f0642db1c941193f8d-0140042021/related/Teach-ECE-Lit-Review-5-27-21-clean-Template-3.pdf 🔗
Sigler, E. A., & Aamidor, S. (2005). From positive reinforcement to positive behaviors: An everyday guide for the practitioner. Early Childhood Education Journal, 32(4), 249 -253.